la sucia superficie
de los bosques,
entre las hojas
agrias y húmedas
donde la luz
no alcanza?
¿por qué te abres
sin pudor
a la lasciva voluntad
del hombre,
que oprime sin vergüenza
tu lecho
y extingue tu llama?
Solo las lluvias de noviembre
lavan con solvencia
tus espinas malas,
colman tu piel
de inquieta penumbra,
y te hace brillar
para adentro
como una tumba
luminosa y sagrada.
surgen ahora del mundo
que de alegre no tiene nada
incómodos colores sin fin
ni orden – también sin alma –
con intenciones de matarte.
¿Por qué entonces me miras
con tus ojos negros y soledosos,
cuando al caer la tormenta
sobre las fauces de este bosque,
podrías ser al fin de todo
la más hermosa y mortal
de todas las flores?
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