
Con velocidad frenética yo iba recogiendo con la mano descubierta y vulnerable, de uno, de dos, de tres hormigas, sosteniendo un costal en la otra mano, sudando chorros de sal bajo mis improvisadas ropas chacareras. Incalculables veces hundí mis débiles dedos en esa tierra húmeda, reforzado de momento por la adrenalina que bloqueaba transitoriamente el agudo dolor causado por los sendos mordiscos que los curohuinces me infringían, en el dorso de mis manos, en mi espalda baja, a media pulgada de mi pálida yugular. Me daba de manazos para un breve alivio. Y volvía a la carga para recolectar, con fruición, de entre la tierra arcillosa y los residuos muertos de la naturaleza, todas las hormigas que podía, tan volátiles, tan exóticamente perfumadas, resistiéndose a ceder. Aleteaban perdidas en su propio caos. Algunas de elevan y alcanzan a escapar mientras irrumpe aún tenue, la luz de un nuevo día. Allí pude ver sus siluetas de inquietantes hadas subterráneas, ser arrastradas por el viento traidor de esa hora, que ya comienza a traslucir las sombras de los magníficos nubarrones amazónicos.

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Este fin de semana fui testigo de un hecho inédito en esta maravillosa villa del Señor. A pocos kilómetros nomás, en el siempre enigmático distrito moyobambino de Yantaló, en un despertar renovado de identidad amazónica, de celebración por lo nuestro, de la alegría de vivir en un reducto selvático lleno de gente emprendora, agradecida y maravillosa, se llevó a cabo con rotundo éxito, el II Festival de la Hormiga, Yantaló 2016. No sé cómo explicarlo, la gente alegre que sonreía dejando notar las patitas de los hormigas entre sus dientes, sin pena. Bebiendo rico y natural, disfrutando de la comida hecha por manos sabias y creativas, que incluían sabores de hormiga en sus salsas y tentempiés. Gente de todos lados, amigos entrañables, en un lugar mágico tan antiguo como nuevo, que nos recibe con un sol radiante, y luego la lluvia lo lava todo.
Tú que estás lejos, y no has comido hormigas en mucho tiempo, sabes de lo que hablo.
Ha sido para todos una experiencia interesante y motivadora, el poder presenciar el nacimiento de una celebración icónica, especial y particular, que debe ser aprovechado de forma integral e inteligente en favor del desarrollo social y turístico de nuestra prodigiosa tierra.
Estamos con ansias esperando ya el próximo año. Por lo pronto, para III Festival de la Hormiga 2017, ya se sabe que al llegar a la privilegiada villa yantalina, una maravillosa escultura de una hormiga gigantesca nos dará la bienvenida en su idílico y desnivelado portal.
Estamos con ansias esperando ya el próximo año. Por lo pronto, para III Festival de la Hormiga 2017, ya se sabe que al llegar a la privilegiada villa yantalina, una maravillosa escultura de una hormiga gigantesca nos dará la bienvenida en su idílico y desnivelado portal.
Gracias Yantaló, privilegio de nuestra tierra.
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